Campeones Sudamericanos
Campeones Sudamericanos


Donde se forman los campeones

Tres títulos sudamericanos marcaron la temporada. Un hito que refleja el trabajo constante, la formación a largo plazo y el compromiso que hay detrás de cada logro deportivo.

Durante 2024, integrantes del Club de Ski La Parva alcanzaron un objetivo que enorgullece a sus entrenadores y familias, y que deja en alto el nombre del esquí chileno: se coronaron campeones sudamericanos en sus respectivas disciplinas. Matilde Pinilla, Florencia Aramburo y Tomás Holscher protagonizaron una hazaña inolvidable que confirma el nivel competitivo de la institución.

Los atletas compitieron en distintas fechas del circuito South American Cup (SAC), enfrentándose a figuras del más alto nivel continental y consiguieron posicionarse en la cima del ranking. Lo hicieron representando al país y a una forma de entender el deporte que no se trata solo de ganar, sino de resistir, crecer y seguir intentándolo.

Triunfos con historia
Matilde Pinilla se consagró como campeona sudamericana de Súper Gigante, un logro aún más notable si se considera que no es común ver a mujeres jóvenes chilenas destacando en disciplinas de velocidad: “El camino no fue fácil, porque no siempre están las condiciones para entrenar esta especialidad (…) No podía más de la felicidad. Aunque sea ‘chica’ para esto, logré el título. Fue muy gratificante saber que todo el esfuerzo dio frutos”, afirma la joven.

Florencia Aramburo, por su parte, se posicionó como ganadora en la categoría de Slalom Gigante. Un resultado que llegó después de un periodo intenso, marcado por prácticas en solitario y por una rutina exigente: “Es duro estar entrenando cuando todos están de vacaciones. Te levantas temprano, lejos de tu casa y familia. Pero cuando las cosas se dan, quieres ir por más. Eso te hace crecer”, asegura la esquiadora.

El tercero en esta lista es Tomás Holscher, quien se coronó en Slalom. Con un enfoque meticuloso en su preparación física y mental, el atleta comenta que lleva años preparando dobles temporadas, cuidando cada aspecto de su rendimiento. Asegura que alcanzar ese resultado fue una gran satisfacción personal y aunque era una meta ambiciosa, todo fluyó y pudo concretarla con éxito.

Raíces compartidas
Si bien cada uno de estos logros tiene su propia historia, hay un punto de encuentro que los une: el Club de Ski La Parva. No fue simplemente el lugar donde entrenaron, sino también el espacio en que crecieron, aprendieron a levantarse después de una caída y comenzaron a construir el camino hacia el alto rendimiento.

“Me ayudó a aprender a ser perseverante, a ir por las cosas que quiero”, resume Pinilla. Reconoce que la institución fue clave en su desarrollo como deportista, pero igualmente determinante en lo personal. Esa mezcla de exigencia y acompañamiento marcó una etapa que aún considera fundamental.

Florencia Aramburo también recuerda sus primeros pasos, cuando era tan pequeña que incluso pasó anticipadamente a la categoría Mini solo porque no quería volver a casa. Afirma que fue en el Club donde desarrolló su identidad como corredora y descubrió una conexión profunda con el esquí, que hasta hoy considera parte esencial de su vida.

Tomás Holscher, por su parte, comenzó a los cinco años y entrenó en La Parva hasta integrarse al equipo nacional. Para él, la experiencia fue determinante en lo técnico, pero también en lo humano. Asegura que el equipo tuvo un rol importante en todo ese proceso, ya que lo ayudó a construir no sólo su nivel competitivo, sino también la forma en que actualmente entiende el compromiso con la disciplina.

 

 

El valor de estar acompañados
Los tres coinciden en que el camino hacia estos títulos no fue recto. Hubo temporadas complicadas, bajadas frustrantes, lesiones y días donde no hubo podio ni celebración. Pero también hubo una comunidad que los sostuvo. Entrenadores que apoyaron su proceso, amigos que empujaron en los días difíciles, y familias que —desde el principio — creyeron en su talento.

Tomás Holscher reconoce que el respaldo constante de sus seres queridos fue fundamental en su camino. Señala que, sin esa motivación y compañía, alcanzar este nivel no habría sido posible. Además, destaca la influencia de sus hermanos mayores, a quienes considera referentes importantes en su desarrollo deportivo.

Por su parte, Florencia Aramburo valora profundamente el rol que cumplieron sus padres y su equipo técnico a lo largo del año. Mientras que Pinilla dedica su logro a quienes la han cuidado desde el inicio, incluso en esos momentos en que verla correr a toda velocidad generaba más nervios que calma.

Y es que estos títulos no son solo victorias individuales. Son un reflejo de un sistema que funciona. De una institución que, más allá de enseñar técnica, cultiva carácter. Que acompaña procesos largos y que sigue presente incluso cuando los atletas parten a entrenar al extranjero o entran al equipo nacional.

Porque en el Club no se trata solo de esquiar bien, el objetivo es construir referentes. De formar jóvenes que representen no solo a su país, sino también los valores de respeto, esfuerzo, perseverancia, amistad y honestidad. Principios que no se cuelgan al cuello, pero que —como las medallas— también brillan.

Lecciones desde la montaña
Los logros de Matilde, Florencia y Tomás inspiran a nuevas generaciones. Y por eso, cada uno entrega un consejo para quienes recién comienzan. No desde la cima, sino desde la empatía de quien ha transitado el camino.

Matilde Pinilla pone el foco en la gestión emocional. Para ella, no hay que dejarse llevar por un tropiezo, sino que lo esencial es seguir adelante sin perder la confianza: “Un día difícil no define si eres bueno o malo. Solo es eso, un mal momento”, asegura.

En cambio, Florencia Aramburo enfatiza la preparación. Dice que la disciplina y el trabajo físico marcan la diferencia en la pista: “Cambia 100% tu rendimiento. Hay que tener paciencia, porque hay más veces en que no se cumplen los objetivos en que sí… Pero cuando lo logras, todo vale la pena”, reflexiona. Holscher coincide con esa visión y suma una idea clave, la constancia. Afirma que los resultados adversos son parte del proceso y hay que seguir trabajando.